Alain Delon
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Alain Delon, un icono universal

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Con el fallecimiento de Alain Delon, Francia ha perdido a uno de sus iconos universales”. El 18 de agosto de 2024, día de la muerte de Delon, la Presidencia francesa ha emitido una declaración en la que rendía homenaje a su memoria. Refiriéndose al nombre de Alain Delon, “cuatro sílabas conocidas en el mundo entero”, la Presidencia habló de “un rostro, resplandeciente de juventud, o trastornado de ansiedad, para siempre en nuestros más grandes clásicos del cine”.

Bastan estas palabras para decirlo todo: si Alain Delon ha interpretado a menudo en su carrera cinematográfica numerosos papeles “de hombres atormentados por la revuelta o consumidos por sus demonios, es porque estos roles se parecían a su destino”, explica con razón la Presidencia francesa.

 

Una belleza inolvidable y resplandeciente

Alain Delon nació en 1935. Tuvo una infancia difícil, con padres divorciados, familias de acogida, una sucesión de escuelas y una corta escolaridad. Parecía destinado a un futuro como oscuro carnicero, pero rompió con su familia. Se alistó bastante joven en el ejército de la Marina francesa, donde fue destinado y enviado a Indochina. A su regreso a Francia, en 1956, buscó un camino diferente y conoció a los varios entornos parisinos, tantos turbulentos que artísticos. Pronto lo detectaron gracias a su “belleza inolvidable” (según sus propias palabras), y debutó en el cine. En 1960, jugó en En pleno sol, dirigido por René Clément, reconocido como obra maestra por todos los cinéfilos, en la que “deslumbra con su resplandeciente belleza”. Su carrera estaba lanzada.

 

Una carrera internacional

Y muy rápidamente, esta carrera se hizo internacional.  Alain Delon es uno de los actores europeos más famosos de su época. Sobre todo en Italia, donde Luchino Visconti lo notó y le contrató para dos películas en 1963: Rocco y sus hermanos, en la que interpretaba a un frágil boxeador, y El Gatopardo, una obra maestra internacional en la que actuó junto a Burt Lancaster y Claudia Cardinale. También actuó bajo la dirección de Antonioni (El Eclipse), mientras que los grandes nombres del cine francés le buscaban: Henri Verneuil en particular, que le dio dos papeles, en Gran jugada en la Costa Azul, El clan de los Sicilianos y, sobre todo, El silencio de un hombre, de Jean-Pierre Melville, en la que interpretó a un asesino a sueldo, fijando “para la eternidad su silueta trágica y silenciosa”.

 

 

Una parte de la historia de Francia

En los años 70, su estatus de estrella internacional le permitió “elegir obras más personales, más oscuras, más ambiciosas”, como con El otro señor Klein, dirigida por Joseph Losey, quizás su película más personal, en la que interpreta a un hombre confundido con un judío durante la ocupación de Francia por los Nazis. También interpretó al Barón de Charlus en la adaptación cinematográfica de Volker Schlöndorff de la obra de Marcel Proust. Luego pasó a la dirección, pero con “el temperamento de un lobo solitario”, se retiró cada vez más a su soledad aislándose en provincias, a pesar de “su estatus de leyenda popular”. Alain Delon encarnó “para el mundo entero una sensibilidad francesa, una aspiración a la belleza” y es considerado en muchos países, sobre todo en Japón, pero también en Argentina, Rumanía y Estados Unidos, como “toda una parte de la historia de Francia”. Como escribió el diario francés Le Monde, Alain Delon “gozó de fama internacional en muchos otros países, donde el actor y sus películas fueron venerados”.

 

90 películas, 136 millones de espectadores

Expertos dicen que con casi 90 películas, Alain Delon atrajo a más de 136 millones de espectadores, lo que le convierte en uno de los actores más taquilleros de Francia. No ha hecho carrera en Hollywood (según algunos porque no quiso, según porque no pudo) a pesar de varias ofertas y de una nominación al Golden Globe como New Star of the Year. También ha ganado numerosos premios, incluso dos César al Mejor Actor y una Palma de Honor en el Festival de Cannes en 2019 para recompensar toda su carrera. Además de actor, que decidió dejar en 1999 (aunque volvió a aparecer en 2008, interpretando a Julio César en Astérix en los Juegos Olímpicos), Delon también ha sido cantante, productor, empresario, gran amante de las artes y el rostro de una de las marcas de perfumes francesas más famosas del mundo, Dior, que aún utiliza una de las fotografías más bellas del actor en su publicidad.

 

 

Un homenaje unánime

Desde los años 60, Alain Delon también ha recibido reconocimientos y premios en diversos países: Alemania, Argentina, Egipto, España, Italia, Marruecos, México, Polonia, Suiza, Rusia, Senegal, Taiwán, Turquía, Ucrania, y aun más, a menudo para “honrar toda su carrera”. Así pues, cuando fue conocido el fallecimiento del actor, “llovieron los homenajes”. Naturalmente, toda la prensa nacional publicó artículos sobre la muerte de un icono que era sin duda universal, pero ante todo francés por esencia. 

Según la Presidencia francesa, Alain Delon era “uno de los actores más admirados y famosos de su tiempo, que supo adaptarse a todas las épocas, irregular, libre, intemporal, siempre francés”. Sin embargo, los diarios franceses Libération, Ouest-France y Le Monde también recuerdan que la prensa internacional también es unánime, calificándolo de “último gran mito del cine francés”. Para el New York Times, por ejemplo, “el actor francés, intenso e intensamente guapo, interpretaba a fríos gánsteres corsos de forma tan convincente como a ardientes amantes italianos”. The Guardian, por su parte, elogió a Alain Delon como “un símbolo de la belleza perdida de los años 60” y, según el Japan Times, “su imagen de ídolo y su personalidad parecida a James Dean le han convertido en uno de los actores más aclamados de su país”. The New Yorker fue aún más lejos, calificando a Alain Delon de “el hombre más guapo de la historia del cine”.

 

 

 

 

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Publié le : 22/08/2024 à 12:02
Mis à jour le : 22/08/2024 à 12:05
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